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«Este libro es una crucifixión y un inri», reza el epígrafe de El occiso. De este modo, la autora nos adelanta lo que vamos a encontrar: una lectura descarnada que se desgarra a través de tres narraciones brevísimas, salvajes y pasionales.
Se trata de un conjunto dedicado a su esposo fallecido, Enrique Ruiz Barragán; un alarido escalofriante que nos transporta desde los planos más oníricos y sombríos hasta la realidad material, la culpa que perseguía a las mujeres que decidían sobre su cuerpo.
Con una escritura violenta y casi caníbal, Estenssoro atraviesa al lector como un fino estilete que, mientras nos desangra, nos cauteriza la herida de los siglos de mujeres sin voz.
Como destaca Andrés Cusicanqui en el epílogo -quien era en ese momento el marido de la autora- «María Virginia llora sin gritos, sin lágrimas, sin ojos, llora destilando alma e inquietud en sus cuentos».
Prólogo de Pilar Pedraza.
María Virginia Estenssoro (La Paz, 2 de julio de 1902 – Sāo Paulo, 1970) es una de las voces más arriesgadas del panorama literario de vanguardia en la Bolivia de principios del siglo XX.
Esta escritora, recordada como una mujer de voz grave y mirada desafiante, fue miembro del Ateneo Femenino de La Paz, directora literaria de la revista ‘Cielos de Bolivia’, profesora del Conservatorio Nacional de Música y directora de la Biblioteca del Congreso Nacional.
El occiso, una pequeña joya de la literatura boliviana, fue tildado de monstruosidad, condenado y terriblemente criticado, y Estenssoro no volvió a publicar en vida.
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